Conclusiones del VI Congreso Mundial de Mediación


Las conclusiones del VI Congreso Mundial de Mediación que se realizó en Salta entre el 27 de Septiembre y el 02 de Octubre y del que participaron más de 1.900 personas.
CONCLUSIONES DEL FORO DE MEDIACIÓN FAMILIAR

Familia y los abogados de partes

Un caso reciente pone de manifiesto una vez más cómo es posible fortalecer la tarea conjunta de abogados y mediadoresA pesar de que ambos ejercen roles totalmente distintos, combinados pueden agregar un inmenso valor a la gestión y resolución de situaciones conflictivas y a la construcción de acuerdos beneficiosos y sustentables. El abogado, en su rol fundamental de asesor y protector de los intereses de su cliente; el mediador, como facilitador de la comunicación y de la negociación, en la búsqueda del beneficio de todos los involucrados y especialmente de los menores, si los hubiere.

El proceso que detallamos a continuación destaca el rol de los abogados no sólo en procurar un acuerdo justo, sino en el aporte que pueden efectuar en la tarea de legitimar, escuchar y contener a las partes. No se hubiera podido lograr sin su participación.

Carla y Gustavo, padres de Baltazar (1), son mayores de edad -muy jóvenes- y ambos padecen de una leve discapacidad intelectual. A Carla, además, le habían diagnosticado una depresión posparto que se prolongaba más de lo usual. Carla, Baltazar y Rosa (la abuela materna) viven juntos. Gustavo lo hace con sus padres.

Vinieron a mediación acompañados de las abuelas de Baltazar para acordar el régimen de visita y la cuota alimentaria a favor del menor. Las abuelas no tenían la curatela de sus hijos, aunque era clara la gravitación que ejercían sobre sus decisiones, dada la particular situación y la responsabilidad que ambas sentían por sus hijos y por su nieto. Al comienzo las únicas que hablaban eran ellas.

A priori parecía un caso difícil de resolver en mediación, pues el acuerdo debía ser firmado por los jóvenes que, aunque no eran considerados legalmente incapaces, necesitaban el apoyo de sus padres. El hecho de que las abuelas manifestaran buena voluntad para facilitar el acuerdo en la primera reunión, animó a seguir adelante.

Sin embargo, en los encuentros sucesivos, Rosa y Carmela (la mamá de Gustavo) comenzaron a mostrar su desacuerdo. Cada vez que se lograba consenso en los distintos temas, Rosa cambiaba de parecer repentinamente y boicoteaba el acuerdo. Su marido la había abandonado, su vida no había sido fácil, se sentía desbordada y proyectaba su situación personal en su hija. Por su parte, Carmela respondía en forma agresiva a los constantes desplantes, síntomas de desconfianza y cambios de parecer de la abuela materna. Entendimos que ambas estaban muy preocupadas por el futuro de Baltazar y lo demostraban de alguna manera.

A esta altura, el acuerdo parecía imposible frente a una cantidad de acusaciones cruzadas que aumentaban el nivel de conflicto.

En la que pensábamos sería la última reunión para cerrar el proceso, la familia de Gustavo acudió con su abogada. Su rol fue fundamental y no sólo en los aspectos legales. Su intervención ayudó para que Carmela –su clienta- pudiera comprender el comportamiento cambiante de Rosa y las resistencias de Carla en relación con las visitas y así dejar de lado las agresiones.
Mediante reuniones privadas se trabajaron pautas consensuadas y acordes con las expectativas de ambas partes.

Para la firma del acuerdo se le pidió a Rosa que asistiera con un abogado a fin de evitar el desequilibrio entre las partes y despejar su desconfianza. Igual que su colega, éste contribuyó a revalorizar y reconocer el trabajo de las abuelas.

En un caso con tantos matices fue superlativa la importancia de los abogados efectuando tareas que exceden ampliamente su rol de asesores legales. Se trató de una mediación en la que se potenciaron todos los recursos técnicos y humanos disponibles y así pudimos arribar a un acuerdo basado en los siguientes principios rectores: el bienestar del menor, la certeza de que las partes se sintieron justamente tratadas y el logro de un acuerdo perdurable, justo y equitativo.

Fuente: /mediacion.blogs.comercioyjusticia.com.ar

"Gualeguaychú, el campo y la ley de medios son malos ejemplos"

Las estadísticas de litigiosidad no amilanan a Alejandro Nato (48), abogado porteño, funcionario, defensor del Pueblo, docente y asesor gubernamental.Actualmente asiste al Estado boliviano, que "busca incorporar mecanismos de conciliación en su Carta Magna".Nato estuvo fugazmente en Córdoba, invitado por la Sala de Mediación. Asegura que "ni el temperamento humano, ni los conflictos tienen la culpa de que no haya instancias de solución pacífica".


-¿Por qué la conciliación no prospera? ¿Somos problemáticos por naturaleza, o desaparecieron las instituciones que mediaban entre chicos y grandes?

-La pregunta entraña un clásico error conceptual. Una cultura de la mediación va más allá de la sanción de una ley. Es una realidad a largo plazo, que implica un proceso lento y concienzudo. Acaso haga falta toda una generación, que se forme desde el colegio y aprenda a resolver pacíficamente las diferencias. También es cierto que la declinación de instituciones como los clubes de barrio o parroquias, contribuyó a que ya no existan lugares primarios para dirimir intereses o temperamentos en pugna. Aún así, la mediación no busca evitar el conflicto, porque éste es inevitable. Es inherente al ser humano, a la vida en comunidad. Busca evitar la violencia, en cualquier aspecto, la pérdida de tiempo y recursos.

-¿Qué hace falta, entonces?

-Promover espacios e instancias de diálogo. Hay que pensarlos y repensarlos todo el tiempo. En Argentina a esto lo vemos con claridad. La calle se convirtió en el "tribunal" donde canalizar protestas, aunque con ello se perjudique al otro. El problema es anterior al reclamo en sí y surge de la carencia de instancias adecuadas. Lo que hablábamos antes. En esa línea, yo sostengo que la conflictividad no es una cuestión de idiosincrasia. Un pueblo no tiene "la culpa" de ser peleador. Esto más tiene que ver con lógica del poder, con la disputa de espacios públicos. Si la política consiste en "medirse" en la calle, ese mensaje será captado por mucha gente.

-¿Faltan instancias, o falta confianza?

-La desconfianza es un problema grave, sin duda. Esto tampoco es "cultural". Y aunque lo fuera, se podría corregir estableciendo contralores y una vigilancia adecuada. De esa forma, la sociedad iría recuperando la fe en las instituciones. El poder político cuenta con elementos para marcar un rumbo, y mantenerlo. Alcanza con restablecer los espacios comunitarios y proveerlos de árbitros neutrales y eficientes. Cuando esos espacios no están dados, las posiciones tienen al estancamiento.

-La mayoría duda de la probidad de los jueces, pero siguen pleiteando ante la Justicia. ¿A qué se debe?

-Otro error consiste en pensar que la mediación se creó para descomprimir Tribunales. Está comprobado que un porcentaje de demandas irá a los juzgados, nos guste o no. La conciliación es una instancia prejudicial, generalmente gratuita o asistida de oficio, de la cual no todos están advertidos. El desconocimiento es un gran inconveniente, y los medios tienen mucho que ver.

-Mejor dígaselo a los abogados …

-(Risas). Algo de eso hay … Pero la mediación ya entró a la Universidad. Las facultades de Derecho cuentan con una cátedra específica, para que el futuro abogado mentalice esta herramienta y comprenda que el juicio no es la única forma de ganar dinero.

-¿Cómo ve al país en el contexto de una cultura mediadora?

-En cuanto a nosotros, estamos pasando por una etapa francamente contraria a la cultura mediadora. El corte del puente en Gualeguaychú, la revuelta del campo ante la 125 y las peleas por la Ley de Medios, son malos ejemplos. Cuando cada una de las partes se estanca en su posición, e impide que un tercero intervenga para apaciguar los ánimos, está sentando un precedente difícil de revertir. Nadie nace intolerante, pero se hace.

Por Rosa Bertino (periodista)
www.lavoz.com.ar

(*) Publicado el 14 de julio de 2010