La morfología del conflicto


Josep Redorta (foto) dictó un taller el 15 de junio en Córdoba organizado por la Asociación de Mediadores de la Provincia de Córdoba. Una columna publicada en el diario Comercio y Justicia los días previos da cuenta del aporte del abogado y mediador español a la actividad.


Por Christian Julio Díaz / Abogado

Análogo a un cuento, el conflicto nace, se desarrolla y muere. La intervención de un mediador se asemeja al lector que comienza su lectura a mitad de la obra. La mediación abre al azar una página en un momento del conflicto en el cual los personajes, en primera persona, narran su versión de los acontecimientos. (Como ejercicio práctico, elegir cuentos breves “realistas” de autores nacionales, comenzar la lectura a mitad del texto. Luego analizar y componer la escena conflictual. Paso seguido, leer desde el principio y cotejar con la primera percepción). El mediador, a esta altura del relato, se enfrenta a un complejo escenario conflictual: partes impacientes, tensas y con alta susceptibilidad emocional; posiciones rígidas y contrapuestas; escasa comunicación, violencia verbal y acusaciones mutuas en las cuales se pone de manifiesto la incapacidad para dialogar, incluso, a expensas de la voluntad contraria de las partes. A esto suele sumarse la participación de letrados poco comprometidos, con estrategias defensivas que involucren a su cliente y adversario en soluciones pacificas y sustentables. En este contexto surge una pregunta: ¿cómo afrontar la diversidad dinámica de un conflicto de cara a su intervención?.

Las clasificaciones existentes nos permiten agrupar, separar y distinguir en la diversidad y este proceso nos proporciona información. En la literatura especializada observamos distintos procesos de categorización en la clasificación de los conflictos. A título enunciativo: según la relación de poder; de funcionalidad; del nivel de visibilidad del conflicto; por el número de partes; por la intensidad de la conducta conflictual; por la magnitud del conflicto, etcétera.

Por el contrario, para el Dr. Josep Redorta -abogado y mediador español- estas tipologías son clasificaciones que en la práctica no se orientan a la intervención. (Desd e aquí se sigue a dos obras del autor: Aprender a resolver conflictos, Barcelona, Paidós, 2007 y Cómo analizar los conflictos. La tipología de conflictos como herramienta de mediación. Barcelona, Paidós, 2007).

En su lugar, propone el concepto de “morfología de conflictos” para referirse a “la capacidad de los mismos de ser identificados por un patrón reiterativo que distingue unos conflictos de otros.

El patrón tiene que ver con una pauta repetitiva en la conducta que somos capaces de reconocer e identificar”.

Para Redorta existen dieciséis formas básicas de conflictos que se corresponden con patrones esenciales reiterativos. A los fines de reconocerlas e identificarlas, desarrolló una técnica que denomina Conflict Analysis Tipology o (CAT). Los patrones se reúnen en cuatro grupos en los que se representan las necesidades más profundas del ser humano: 1) ser, 2) seguir, 3) conseguir y 4) mantener.

1) En el grupo “ser” se encuentran aquellos patrones de conflicto relacionados al sentido de afirmación personal. Se disputa por:

Autoestima: porque el orgullo personal se siente herido.
Valores: cuando los valores o creencias están en juego.
Identidad: el problema afecta la manera íntima de ser quien es.
Información: cuando algo que se dijo no se dijo o se entendió de forma distinta.

2) En el grupo “seguir”, se encuentran los patrones vinculados con la idea de evolucionar y desarrollarse. En ellos se disputa por:

Expectativas: cuando no se cumplió o se defraudó lo que uno esperaba del otro.
Inadaptación: el cambio en las cosas produce tensión.
Atributos: cuando el otro no asume la responsabilidad o culpa.
Inhibición: porque le corresponde al otro buscar la solución.

3) En el grupo “Conseguir”, el conflicto es a través del dominio.

Poder: cuando una parte quieren mandar, dirigir o controlar.
Normativos: surge por el incumplimiento de norma legal o social.
Incompatibilidad personal persistente: se disputa porque no hay un entendimiento entre las personas.
Legitimación: se disputa cuando alguna parte no está autorizada para actuar como lo hace, lo ha hecho o pretende hacerlo.

4) En el grupo “mantener” se contempla el sentido patrimonial que el ser humano tiene de las cosas y la percepción de la equidad.

Recursos escasos: se disputa cuando no hay recursos suficientes.
Estructurales: cuando la solución requiere tiempo, esfuerzo de muchos o medios más allá de las posibilidades personales.
Intereses: cuando hay contraposición de deseos e intereses.
Inequidad: cuando la conducta del otro es percibida como injusta.
Hasta aquí una breve presentación de la CAT. Esta herramienta desarrollada por Josep Redorta es un instrumento indispensable para los mediadores y operadores del conflicto. En la próxima entrega profundizaremos en algunos aspectos relevantes.

La continuación de este artículo AQUÍ

No hay comentarios: